Más de treinta mil correos aproximadamente leyendo historias de vida desde 2002 hasta la fecha me brindan la posibilidad de recabar información importante,  hacer estadísticas , comparar los relatos, sacar conclusiones y entre otras cuestiones, descubrir aristas no menos importantes que muestran un perfil que caracteriza  al buscador. Dentro de ese abanico de información variada se observan ciertos patrones de conducta, denominadores comunes que se repiten, y que son una constante desde el “instante 0”. Entiéndase por “instante 0” el momento en que el buscador se entera sobre su condición de apropiado.

Voy a reparar en dos patrones de conducta a los cuales bauticé como “el síndrome del cangrejo” y el “efecto Miara”.

Síndrome del cangrejo: es muy común en los buscadores, principalmente cuando se enteran que son apropiados, reaccionar  de la siguiente forma:

  • Enfrentar a sus padres de crianza o al entorno más cercano en términos que suelen ser muy duros y que afectan la relación familiar.
  • Buscar datos por fuera del entorno padre-madre a través de un familiar o conocidos de la familia
  • Aceptar la situación sin demostrar interés en buscar su verdadera identidad
  • Recurrir a un asesor letrado, a la justicia o alguna institución del estado que se ocupa de la temática
  • Encarar la búsqueda de forma privada y silenciosa sin exponer la situación a sus padres de crianza e inclusive hasta callar ante su propia familia (esposa e hijos).

Las opciones 1,2 y 5, sin lugar a dudas, son las más usuales, pero he aquí que en todas ellas, excepto la 3, este proceso de elaboración o asimilación de su situación, el buscador lo transita de forma fluctuante, con marcados altibajos. Desde el “instante 0”, el buscador es empujado con una inercia o ímpetu que va en aumento  a medida que pasan las horas y los días intentando resolver su situación en el menor tiempo posible. Durante ese período el buscador no tiene plena conciencia de lo que significa la búsqueda y no dimensiona la alta complejidad del tema en que está envuelto, está envuelto en sentimientos encontrados, bronca, ansiedad, impotencia, etc. Ante la primera dificultad que se le presenta y que no pueda resolver, y si se le suma a esto la imposibilidad de comprender aún el difícil contexto en el que está inmerso, el buscador siente un profundo sentimiento de frustración y el desaliento comienza a ganar terreno respecto y esa inercia casi imparable del principio, empieza a perder fuerza. Es este periodo, el más crítico del buscador, enfrentar a la familia de crianza buscando respuestas y recepcionar las primeras reacciones de parte de ésta. Dicho esto, considero que es un gran error “declarar la guerra” a nuestra familia de crianza porque en el 90% de los casos son los que poseen la llave (información) para abrir el camino de nuestra búsqueda, y si esa relación se corta violentamente poniendo en peligro el vínculo “familiar” o el futuro de esa relación, estaríamos perdiendo una oportunidad importante de recuperar algún dato vital que nos ayude a la búsqueda en el futuro. También en ese período los buscadores recibimos una contraofensiva de nuestra familia de crianza, que ante el cuestionamiento, trata de justificar lo injustificable, intentando cambiar el rol de victimarios a víctimas, “¿para que buscas?, sos un desagradecido”, “si te dimos todo, nos pagas con esto”, “si no fuera por nosotros vivirías en un agujero”, y tantas otras frases crueles son usadas como estrategia psicológica para salir de la “incómoda” situación a que los hemos expuesto.

Esta batería de ataques verbales y el alto stress al que nos vimos sometidos, que suceden a las primeras horas posteriores al”instante 0”, nos puede llevar, en algunos casos, a colocar un pie en el freno y sumergirnos en un mar de dudas, de auto culpa y hasta  llegar a pensar que pudimos producir un gran daño a nuestros padres de crianza. Depende del carácter de cada buscador que ese periodo de auto culpación nos lleve a generar un “stand by” en la búsqueda.

A partir de allí el buscador intentará encontrar otras alternativas, o insistirá ante sus padres o familiares, amigos etc., buscará un interlocutor válido como dijimos al principio o recurrirá algún grupo, institución u otro buscador que le dé una mano. En este segundo intento las expectativas se multiplican y la ansiedad invade la vida del buscador, y si al principio pensó resolver pronto su historia de vida, en esta etapa vuelve recargado y mas demandante ante quien le confía o ayuda en la búsqueda. En esta nueva etapa ya no es la familia crianza el enemigo, sino es su propia ansiedad que lo carcome por dentro ante la impotencia de no poder resolver su situación. También este período tiene una extensión determinada de tiempo donde entran en juego distintas variables y se caracteriza por permanentes idas y venidas de orden físico y psíquico que hace que el buscador se plantee si tiene sentido buscar, duda, desconfía de todos, aún de quienes lo ayudan. Estas fluctuaciones emocionales se pueden dar en un contexto de tiempo no perentorio, de meses o años, y es por ello que me animo a darle un nombre a este comportamiento (inercia-retroceso) del buscador como el “síndrome de cangrejo” comparándolo con el desplazamiento del crustáceo

Esta característica domina la escena del camino del buscador y obviamente que no es un patrón perfecto de conducta, pero el desaliento, el desencanto, la desazón, la pérdida de fe y las desesperanzas son una variable que en algún momento el buscador experimenta. Unos mas, otros menos, pero el”síndrome del cangrejo” es una de las características más sobresalientes en la vida del buscador, principalmente en aquellos que tardan en comprender la real significancia de lo que representa la búsqueda, y de encontrar la respuesta adecuada por donde deben encausar sus energías.

 Efecto Miara:

Los mellizos Reggiardo Tolosa fueron apropiados durante la dictadura, y fue uno de los casos más emblemáticos donde éstos, a pesar de saber que eran apropiados, desde el “instante 0” defendieron a ultranza a su padre apropiador el sub comisario Samuel Miara, se resistieron a ser restituidos y tardaron en comprender su condición de apropiados. No voy a entrar en los detalles de una restitución plagada de horrores, pero si me voy apegar a la marcada resistencia de los mellizos en aceptar su condición y de comprender quienes eran y de donde venían.

Es común entre algunos buscadores de plantear un contexto de búsqueda pero “sin afectar” a su familia de crianza. Esta solicitud viene cargada de un alto sentimiento de culpa, de prejuicios, de considerarse un victimario y no una víctima, de estar haciendo algo incorrecto, con mucho miedo de “perjudicar” a sus padres de crianza “que todo le dieron”.

Es mi opinión personal recomendar a quien me consulte realizar una búsqueda bajo ese contexto, que lo olvide, ¿Por qué? Porque la búsqueda de la identidad tiene que ser un camino de VERDADES, no pueden existir ocultamientos ni mentiras, de lo contrario sería una gran contradicción buscar la verdad a través de la mentira, del silencio, nuestra verdad debe ser una verdad completa tanto para nosotros como para el resto de los actores y la familia de crianza en lo posible deberá participar y asumir las culpas dignamente. Cuando entendamos quien es la víctima, recién allí podremos empezar una búsqueda donde las verdades juegan el rol más importante y forman la columna vertebral que sostienen nuestra historia, la que debemos recuperar. Esta especie de capa protectora en que intentamos introducir a nuestros padres de crianza a los efectos de minimizar responsabilidades, son la consecuencia en muchos casos, de esa “contraofensiva” a que ellos nos someten con argumentos que nos llevan a pensar que el daño lo hicimos nosotros a ellos queriendo conocer nuestros orígenes, y que nos otorgaron un gran favor en sacarnos de esa condición de “abandono”, haciéndonos creer que somos unos desagradecidos. Una táctica muy usual es también la demonización de nuestra familia biológica que consiste en mostrarnos como si fuésemos unos seres desgraciados y que gracias a ellos nos evitaron un futuro negro.

Estas argumentaciones a modo de desalentar nuestros intentos de búsqueda tienen una gran similitud al trabajo sistemático que Miara inculcó negativamente a los mellizos sobre sus padres biológicos y la posterior reacción que éstos tuvieron cuando se enteraron que no eran sus hijos,  exculpando como primera reacción a Samuel Miara, aún a sabiendas de lo que le habían hecho a sus padres biológicos.

Seguramente habrá buscadores que podrán o no estar de acuerdo con este análisis, y será válido, pero si quiero decir que esta reflexión no es un antojo o un pensamiento al azar, surge del compendio de datos extraídos de miles de historias de vida sobre buscadores a través de 18 años de militancia por el derecho a la verdadera identidad de origen.

Luis Verdina

Buscador y Co fundador de ¿Quiénes Somos, quiénes son?