Como presidente de una ONG de derechos humanos siempre me preocupé y ocupé por fijar posturas de nuestra institución por vía de comentarios vertidos en nuestra Web oficial o nuestro facebook, pero siempre con una connotación que está estrechamente ligada al tema que nos compete. Muy excepcionalmente traspasamos esa línea a no ser que ameritaba hacerlo por razones que rozaban nuestros objetivos fundacionales u otras causas que lo justificase ampliamente. Quizás, pero siempre a título personal y no en nombre de QS, me arriesgué de ir un poco más allá excediendo el marco por el cual normalmente encauso mis escritos, tocando temas de otras temáticas, a mi juicio, no menos importantes de las cuales opino con más asiduidad haciendo uso de un derecho constitucional. 
Pero lo que nunca creí, que en este amplio abanico de temas, pudiese reparar en inmiscuirme en una crítica a la ficción televisiva, encima un producto de otras latitudes no tan cercanas a nuestra cultura e idiosincrasia. Específicamente me refiero al capítulo 66 de la novela turca “las mil y una noches” como se la conoce en nuestro país y que tanta repercusión tiene en nuestro medio donde ha calado muy hondo en el sentimiento de la gente de casi todas las edades.
Sin ahondar en detalles argumentales que desconozco por no ser un televidente fiel, lo novedoso de ese capítulo en particular que acaparó mi atención y de otros compañeros de nuestra ONG, tiene como eje temático una apropiación. En el día de hoy tuve la oportunidad de ver por Internet y analizar el capítulo en cuestión. Ustedes me podrán decir y recordarme, ya que no soy un efusivo televidente de novelas, de que en otras oportunidades productos nacionales y de otros países del continente donde son originarias la mayoría de las novelas, se refirieron a estas cuestiones, pero es altamente significativo y excepcional que el medio televisivo de donde se originó esta propuesta pertenece a una cultura muy distinta a la nuestra, donde las creencias religiosas también son diferentes, y donde la sociedad se rige bajo parámetros tan extraños a nuestra forma de ver y actuar en la vida. No obstante, y he aquí la punta del iceberg, la situación de conflicto originado entre los integrantes de la familia de la ficción, donde uno de sus protagonistas (Kerem) se entera que es apropiado, demuestra el carácter UNIVERSAL de la apropiación como práctica naturalizada en todas las latitudes y que ésta no repara, no solamente en geografías determinadas, sino que se diversifica sobrepasando fronteras, banderas, gobiernos, culturas y fechas históricas.
Esta situación se familiariza con las historias de vida que, desde Ushuaia a La Quiaca, año tras año, y día tras día, recorren nuestra patria, y de las cuales somos nosotros mismos los actores de una telenovela global que no lo es tal , sino que se trata de un verdadero flagelo social que lejos está de ser una ficción, al contrario , de forma patética, la impunidad y la naturalización de lo ilícito son las estrellas principales de este libreto de carácter universal donde las historias se repiten cíclicamente como en una especie del cuento de la buena pipa.
El momento cuando el velo de la verdad se corre para derribar el muro de la mentira y el silencio, es reflejado como si estaríamos mirando nuestra a propia historia de vida. El guión imita magistralmente cada gesto, cada conducta y reacción humana cuando el apropiado exige como un derecho universal conocer su verdadera identidad de origen. Hasta la utilización malversada de las dos palabras antagónicas por excelencia, que son apropiar y adoptar ,aparecen en escena cuando la tía biológica, que intenta pasarse por madre, habla de ADOPCIÓN tratando de justificar cualquier otra interpretación que exceda el marco legal y por supuesto de exculparse ella misma. Los paralelismos y las similitudes son prácticamente un calco a pesar que éstas se producen a mas de 12.000 kilómetros de distancia, y como dije al principio, en una cultura totalmente distinta a la nuestra. La negación del apropiador, aun cuando la evidencia cae por su propio peso específico, es otro de los paralelismos que cumplen con el carácter universal de la problemática reflejadas en ese capítulo en especial. Creo que lo más importante y que sirve para rescatar, que además de guionar fiel y magistralmente una situación de esa índole, es el carácter UNIVERSAL del derecho a la verdadera identidad de origen, y está ligado a nuestra propia naturaleza humana, sin importar etnias, clases sociales y fronteras, donde esa imperiosa necesidad de saber quiénes somos forma parte de ese derecho inalienable y fundamental incorporado a nuestro ADN de cada ser nacido y por nacer excediendo la mismísima línea del tiempo. 
Nunca pensé que desde la lejana Turquía podría llegar un testimonio tan cercano a la realidad donde parece que la historia es una copia tan identificada con algo que nos toca tan de cerca y a nosotros mismos.

LUIS VERDINA
PTE DE ¿QUIENES SOMOS?